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DO Terra Alta

Una historia milenaria y con sabores propios

La DO Terra Alta (DOTA) se sitúa en el sur de Cataluña, entre el río Ebro y las tierras del Matarraña (Aragón), y comprende 12 términos municipales. La principal ciudad de la denominación es Gandesa. Fue reconocida como DO en 1972 y es una de las siete denominaciones de origen históricas de Cataluña. Tiene una tradición vitivinícola casi milenaria (la Orden del Templo a través de las Costumbres de Orta, de 1296, y las Costumbres de Miravet, de 1319, ya dejaba constancia del cultivo de la vid y la producción de vino en la comarca). La DO la forman unos municipios con vida e identidad vitivinícola propia, el patrimonio familiar de viñedos y bodegas (a menudo asociado al cooperativismo). Posiblemente, y a pesar de la importancia y calidad de los vinos tintos, el testimonio más evidente de esta cultura hay que buscarlo en el vino blanco.

Durante la primera mitad del siglo XIX, el célebre escritor Joan Perucho, e incluso Pablo Picasso, sabían que los vinos de la Terra Alta se distinguían entre vírgenes o “brisats” (vinos obtenidos por la fermentación de uva blanca entera pisada), ambos blancos. A lo largo de la historia se habían hecho populares los vinos denominados como “de Gandesa” o “de Batea”, especialmente blancos, pero también negros. Más recientemente, a mediados de los noventa, la profesionalización del sector vitivinícola en la comarca y la incorporación progresiva de la excelencia en esta cultura han hecho de la DOTA un distintivo en constante evolución y mejora.

Clima, tierra y productos singulares

En esta comarca la viña se planta en terrazas naturales. Goza de clima mediterráneo, pero con fuerte influencia continental, con oscilaciones térmicas entre los 6°C bajo cero y los 38 °C. La pluviosidad es escasa, 350 mm anuales, por lo que se suele podar la viña muy corta, para que tenga un porte rastrero que aproveche la humedad del terreno. Predomina la producción de vino blanco, elaborado con garnacha blanca y macabeo. 

Los vinos son potentes, robustos, de gran cuerpo y alta graduación, especialmente los conocidos tradicionalmente como vinos “brisats”, que se vinifican como si fueran vinos tintos. Para los rosados ​​y tintos usa la variedad cariñena, la garnacha tinta y la peluda. Hay también producción de vino dulce y mistela.

El reino de la garnacha blanca

Nos remontamos al 1647 para encontrar el primer documento escrito sobre la Garnacha Blanca: "Se ha plantado vernatxa en una de las fincas pertenecientes a la parroquia de Gandesa". Garnacha Blanca y la Terra Alta, forman un binomio inseparable y representa el 22% de la superficie de producción de la DO Terra Alta con unas 1400h plantadas; esto significa el 90% de la producción en Cataluña, el 75% de España y se calcula que un tercio de la producción mundial se centra en esta comarca.

Un hecho importante que explica la buena adaptación de la Garnacha Blanca en la Terra Alta es la climatología, de mediterráneo interior con influencias continentales, abundante insolación, escasez de lluvia e inviernos fríos. Estos aspectos climáticos no son ningún problema para la rusticidad de la Garnacha Blanca, a cambio, hacen que las plantas se adapten sin problemas y tengan una excelente maduración de la uva.

“Morenillo” y “Empeltre”, variedades originales

Si hiciéramos un mapa alternativo de las variedades de uva secretas por denominación de origen, en Terra Alta aparecería la “Morenillo”. Desconocida, escasa, denostada por alguna de las cualidades -poco color o bajo grado alcohólico- que exigían en décadas pasadas, hoy vive su particular resurgir. De la “Morenillo” se pueden encontrar cepas casi centenarias en la comarca y es una variedad que se adapta perfectamente a la climatología y a terroir de la DO. “Morenillo” es una variedad de poco grado y poco color, que aporta mucha acidez a los vinos, así como una gran cantidad de aromas primarios.

La variedad 'Empeltre' es la variedad principal y tradicional de la Terra Alta, 10.000 ha están presentes en la zona. Es una de las variedades más queridas gracias al elevado contenido graso y la excelente calidad de sus aceites. Esta variedad es fruto de una evolución natural. Es uno de los tipos de olivo más antiguos de España. Puede alcanzar una gran envergadura, aunque su capacidad de enraizamiento es baja, lo que obliga a practicar el injerto como principal método de propagación. De hecho, parece ser que su nombre deriva de la palabra catalana "injerto". Sus hojas son de color verde oscuro y muy brillantes; sus aceitunas de tonalidad negra azabache. Las aceitunas tienen un rendimiento graso en torno al 18,3%. La maduración de sus frutos es temprana, desde la primera semana de noviembre a la primera de diciembre. Su aceite es de textura fluida, con un olor afrutado suave y de sabor delicado, dulce y algo almendrado. Casi nunca presentan amargor ni picor. Son aceites muy agradables en boca, muy dulces y suaves.

DO Terra Alta 

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